Cada una de las razones que nos devuelven al amor es la repetición de razones agotadas, agostadas. ¿Qué razón puede quedar en lo más irrazonable, en eso que siempre llamaremos corazón?¿Qué absurdo, irrenunciable corazón orienta una vez más el gobernalle de la sangre hacia las sirtes que lo esperan entre espumas y naufragios?
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