sábado, 23 de mayo de 2009

Crónica de un vuelo sobre la tierra purpúrea - Galeano

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1.
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Las nubes formaban una tortuga prehistórica. La azafata nos trajo café. Se encendió una lucecita y escuchamos un timbre; una voz ordenó que nos ajustára­mos los cinturones. Habíamos entrado en un pozo de aire. El café temblequeaba en las mesitas. No nos ajustamos nada. Tomé café sin azúcar, como siempre; no estaba mal. Eric viajaba del lado de la ventana.
En el avión marchaba, rumbo a Buenos Aires, un ba­tallón de turistas. Iban armados con cámaras y flashes y fumadoras de mano. La bodega estaba repleta de valijas vacías que volverían a Río o a San Pablo hinchadas de chaquetas de cuero y otros trofeos de caza. Me los sabía de memoria. Turistas.
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-Ahora entiendo -dije- por qué los aviones llevan bol­sas para vomitar.
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Eric miraba por la ventana del boeing. Vichó el reloj y me dijo:
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-Ésta es tu tierra.
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Estábamos saliendo del banco de nubes. El avión no ha­ría escala en Montevideo; volaba directo a Buenos Aires.
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Debajo de nosotros se extendían los campos sin nadie: tierra arrasada, tierra violada, no amada por sus dueños. Allí habían alzado lanzas los jinetes pastores. Allí un cau­dillo de poncho raído había dictado, hace más de un si­glo y medio, la primera reforma agraria de América Lati­na. Hoy está prohibido hablar de eso en las escuelas.
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-Estamos volando sobre tu país -dijo Eric.
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Dije:-Sí.
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Eric se calló.
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Y yo pensé: Esta tierra mía, ¿se acordará de mí?
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Agradecimientoa a Joseph Nateras por esta colaboración!

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