- Me parezco a ciertos animales que sólo viven de noche.
- Sólo pido una cosa, y es todo: que mires la claridad, el sol.
- No me faltan ojos para constatar que aquí el sol es el sol, el verde es verde, y cuando esto se pone rojo, es rojo.
- No es necesario comprender tanto. Te amo. ¿Qué otra cosa pude haber hecho sino extraerte de la noche?
- ¿Me sacaste de la noche?
Yo tenía un cuchillo y dejé que mi acto continuara en vez de mi lengua.
Comprobé qué parecido a un cerdo era ese hombre agónico.
- Exactamente como un cerdo -dije.
Pero él no contestaba nada y me miraba con ojos embrutecidos. Al sol primero y a mí después.
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